Jokin Del Valle de Lersundi: Espacio muerto

Del 17/8/2011 al 16/9/2011

AFCN

Nacido en Lekeitio y desde los 13 años vecino de Iruña. Lo de la fotografía, en parte, es culpa de mis padres porque cuando cumplí 12 años me regalaron una cámara Agfa muy sencilla y un tanque para revelar los carretes. La cámara, aunque tenía formato de 35 mm sacaba fotos cuadradas. El caso es que en casa había una ampliadora, un aseo convertible en laboratorio y así empezó la cosa.

Como tanto por mi trabajo como por afición he salido mucho al campo y al monte, la mayor parte de las fotos que he ido realizando han sido principalmente paisajes. Sacar fotos a la gente siempre me ha dado mucho respeto.

En cuanto a formación he sido básicamente autodidacto, muchos libros y exposiciones y algún curso esporádico. El primero que realicé fue precisamente en la antigua sede de la Agrupación, en la calle Zapatería, y fue un curso de fotografía de gran formato en la mitad de los 80. También allí solía asistir a las picotas, donde se comentaban en público las fotos de los socios.

En enero de 2003 me tocó una Canon Ixus en la CAN. Fue mi primer contacto con la fotografía digital y la empecé a llevar a todas partes en el bolsillo. De pronto me di cuenta que llevaba 2 años sin tocar la cámara analógica y fue cuando decidí apuntarme a algún curso de fotografía digital.

Realicé dos con Carlos Cánovas en la UPNA.

He publicado esporádicamente fotografías en algunos libros y revistas técnicas, así como en algunos catálogos de exposiciones de pintura y montajes artísticos. Edité un póster a partir de una fotografía de gran formato del Pirineo y esta es mi primera exposición individual. Por lo demás no he participado en concursos.

El fuerte de Ezkaba, de San Cristóbal o de Alfonso XII, tuvo un mal parto; nació viejo tras 41 años de obras. Se concibió en 1878 para impedir nuevos sitios carlistas a Pamplona y para cuando se terminó en 1919 ya habían aparecido las ametralladoras, la aviación y otros “adelantos” que lo convirtieron en inservible.

Su diseño era para controlar Pamplona y sus accesos desde lo alto, para lo que se le dotó de numerosos puestos para cañones de gran calibre en las partes superiores del fuerte. Para defender el fuerte de ataques por tierra se realizaron profundos fosos perimetrales dotados de multitud de aspilleras para fusilería y puestos para piezas de disparar metralla en los ángulos. Los accesos a las defensas de estos fosos se realizan por multitud de galerías. Salvo las partes superiores del fuerte el resto de la obra es subterránea.

Dada la inutilidad militar de la obra, de hecho nunca se llegaron a instalar los cañones, se invirtió su función. Lo que se diseñó para que nadie entrara al fuerte sirvió para que nadie saliera del mismo. Se convirtió en prisión militar. Bueno, más bien en prisión controlada por militares, puesto que los presos que se hacinaron en su interior en su mayoría no lo eran. Las condiciones del fuerte como prisión siempre fueron lamentables desde el punto de vista de la salubridad, dado que no se diseñó para ello. Sirvió de prisión desde 1934 hasta 1945. Llegó a acoger hasta 2.000 presos y se estima en unos 730 los muertos y desaparecidos. Los menos por enfermedad y la mayoría asesinados a tiros, a golpes o por hambre.

Esta reseña histórica nos sirve para poner en contexto esta formidable construcción, tan impresionante desde el punto de vista constructivo, como por los acontecimientos que en ella tuvieron lugar.

Las fotos que aquí se muestran no se corresponden con el cuerpo central del fuerte, el que sirvió de prisión, sino con el baluarte noroeste, separado del anterior por un foso.

No pretenden ser un reportaje. Pero son una buena muestra de la construcción en sí y de su estado actual.

Las galerías, túneles, salas, corredores, fosos, muros y escaleras resultan sobrecogedores y estas fotografías no expresan del todo el ambiente oscuro, húmedo, frío y ruinoso de estas instalaciones abandonadas.